La fe es un seguro personal,
un seguro de vida contra los riesgos de este mundo;
tan segura como el sublime sol de la mañana,
al mediodía arde sobre tu piel,
y en la tarde se desvanece
dejando contigo la melatonina que aflórese.
En tu oscuridad,
el no se ha ido
solo anda alumbrando otros mundos,
otros pueblos, otros rostros;
sabes con certeza
que mañana esa luz vendrá a ti.
No porque él se mueve,
si no porque tú te mueves con la tierra,
con la certeza de que la rotación existe.
Nuestra Fe nace de la certeza de que Cristo vive
no en la sangre que tiño de purpura el madero
sino en el corazón del mortal
que lleva su cruz sin quejarse ante la vida.
Con ella podemos afrontar cualquier adversidad,
es la base de la resiliencia.