AUTOBIOGRAFÍA
Mi nombre es Florencio José Malpica Hidalgo. Nací el 26 de enero del año 1965, en la Medicatura Rural de Canoabo. Mis padres son: Rosa Hidalgo de Malpica†, quien falleció el 01 de junio del año 2010, siempre se dedicó a los oficios del hogar, y de ella aprendí que no había que salir corriendo, sin antes averiguar de dónde venían los tiros; mi padre es Florencio Malpica Guevara, quien trabajó en sus inicios como comerciante de frutas y verduras, y luego fue chofer en la Universidad Simón Rodríguez, núcleo Canoabo, actualmente es empleado Jubilado por esta casa de estudios; de él aprendí que había maldad en el mundo y que era mejor andar solo que mal acompañado. Para todo niño, al comienzo, sus padres representan el centro de su vida, pero poco a poco fui descubriendo que en esta travesía por la vida me acompañarían, también, mis cuatro hermanas, de las cuales tres se graduaron de Licenciadas en educación, a saber: Flor Marina, Rosalía, y Rosa Margarita; y Narcisa maría que se graduó de enfermera. A todo esto habría que agregarle la presencia de nuestra abuela, materna, Mamarosa, quien con su humildad y sencillez influyo en mi modo de ver y enfrentar la vida, pues siempre he tenido la cautela de tener a mano una herramienta, ya sea física, emocional o sentimental, para salir a flote en cualquier situación que se me presente; y siempre lo hago basado en su premisa de que no había que andar pasando por la vergüenza de quitar cosas prestadas, por falta de tener en casa un martillo y un clavo.
Mis primeras enseñanzas fueron en la Escuela Pimentel Coronel, ubicada en Canoabo. Siempre recuerdo con mucho cariño a la maestra Nelly de segundo grado y a la maestra Elba de sexto grado. Fue una época donde Canoabo aún se mantenía aislado al resto de mundo y sus calles eran de tierra, todo esto tenía un efecto positivo porque nuestra flora y fauna estaban alejada de la contaminación que siempre trae consigo el desarrollo de los pueblos, sobre todo los excesos de basura que poco a poco, a medida que el pueblo fue creciendo, se fueron acumulando en las vertientes de los ríos y a orillas de las carretera principal que nos comunicaba hacia Bejuma y hacia el litoral porteño; y también en los caminos entre los caseríos. Además debo agregar que sus manifestaciones culturales eran cien por ciento autóctonas sin la influencia de lo transcultural, fenómeno social que hoy en día ha cambiado el modo de vida de prácticamente todos los pueblos de Venezuela. Eso era, a grueso modo, lo positivo. Lo negativo era que debido al auge petrolero del año 1975, por la nacionalización del petróleo, nuestro pueblo sufrió un proceso de despoblamiento, lo cual lo sumergió en la soledad, casi a punto de convertirse en un pueblo olvidado.
A esta corta edad no podía reflexionar sobre la Venezuela de los pobres y la Venezuela de los ricos, pero podía entender, sobre todo cuando conversaba con mi abuelo Prospero Malpica, que habían los niños ricos que podían pasear en autos y comer carne en cualquier día de la semana, luego estábamos nosotros que podíamos vestirnos, dormir en una cama y comer carne una vez a la semana, el sábado o el domingo; y luego estaban los niños más pobres que andaban por la calle en interiores, o desnudos, y se alimentaban y dormían a las buenas de Dios. Esta percepción me hizo entender, y soñar, que yo debía estudiar; y que además sabía que podía hacerlo bien. Durante este ciclo de aprendizaje escolar tuve la oportunidad de ingresar a las prácticas de beisbol menor, impartidas por el profesor Luis José Sánchez, y formar parte de la selección que se tituló en el campeonato municipal y luego representar a Bejuma en los estadales de béisbol menor del año 1978.
Ese mismo año ingrese a cursar estudios en la Escuela técnica Agropecuaria Carlos Sanda, ubicada en el sector los naranjos de Canoabo, de allí egresé como Técnico Medio Agropecuario, mención Fitotecnia. Durante mi estadía en esta casa de estudio, dirigida en ese momento por el profesor José Tomas Colmenares, forme parte de la selección de baloncesto de segundo y tercer año; participe en los maratones (5K) en honor al 19 de abril de 1810, evento organizado por el profesor Darío Reyes, durante más de una década; y siguiendo esta línea deportiva, también forme parte de la selección de gimnasia dirigida por el profesor Michelena durante los años escolares 81-82 y 82-83. De esta época recuerdo con cariño a la profesora Belkys de calderón y al profesor Víctor Jaén; además de los compañeros de estudios Juan Carlos Ojeda, Niriam, Pángola†, Morocho Hernández, Morelba Monasterios, Leonardo Meneses, Menine Párraga, Nancy Mathei, Milagros Sanz, Martha Sepúlveda, Danois Ojeda, y Edgar Palencia. Si escojo una canción que definiera el comienzo de un nuevo tiempo en el país, escogería "La chica de los ochenta" esta canción fue interpretada por el venezolano Frank Quintero y en ella se reflejaba la influencia que tuvo el petróleo y sus bonanzas en la Venezuela que gobernó Carlos Andrés Pérez. La frase de la canción, que reza: " el dinero compra todo, esa es tu filosofía", lo dice todo. Para este momento, año 1984, yo era un mozalbete de 19 años de edad, 65 kilogramos de peso, y un metro y setenta centímetros de estatura; y era más enamorado que un pavo real.
Después de trabajar durante unos años, reingrese a la Universidad Simón Rodríguez donde recibí el título de Ingeniero de alimentos. En esta casa de estudios superiores fui preparador del laboratorio de Química Analítica y de Fisicoquímica, cátedras dirigidas por el profesor Francisco Álvarez. Mi trabajo de grado se tituló: Obtención de un aislado proteico a partir de la harina desgrasada de coco (Cocos nucifera L). Las pasantías, la realicé en la empresa Protinal, ubicada en valencia, estado Carabobo, compañía dedicada a la manufactura de alimentos balanceados para animales. En esta etapa cabe reseñar que la Universidad Simón Rodríguez estaba pasando por un período crítico y se preveía que los profesores iban a organizar un paro indefinido. Aquella decisión iba a afectar a todos los que defenderían tesis para octubre, ya que íbamos a perder el acto de grado en conjunto con los otros núcleos programado para los primeros de noviembre. Así que nos reunimos con los profesores que lideraban el núcleo, entre ellos estaban el profesor Miguel Mora, Mario Rodríguez, Francisco Álvarez, entre otros, y nos prometieron que después de las defensas de tesis ellos iniciarían su paro de actividades. La decisión final la tomarían a eso de las tres de la tarde en asamblea general.
Llego la hora cero. Al rato escuchamos una bulla y el resultado final era que habían decidido parar todas las actividades, incluyendo las defensas de tesis. Y de inmediato nosotros activamos el plan B que consistía en tomar una cadena y cerrar el núcleo con todos sus carros ahí adentro. El compañero Franklin Moyetones cumplió esta parte a cabalidad y luego a mí me toco mantener nuestra posición, flanqueado por el grueso de compañeros y compañeras, que en su mayoría eran mujeres. Esa tarde hubo lágrimas, rabietas, zozobra y pundonor, pero a pesar de las amenazas que nos susurraban en la cara nos mantuvimos firme en nuestro propósito. Eso fue un jueves y para cuando regresaron el lunes todo se mantenía igual. En el pueblo se decía que "Los Buenitos" nos habíamos revelados, y nos llamaban así porque hasta ese momento habíamos tenido una conducta intachable, amén de ser estudiantes aplicados. La cosa continuó hasta que vino una comisión de Caracas y nos reunimos en la sala principal de la Alcaldía de Bejuma, allí el Dr. Ignacio entrena, vicerrector académico, luego de escuchar nuestro planteamiento, nos solicitó liberar los autos y prometió plantearle el problema al rector Dr. Andrés Pastrana Vásquez. Nos reunimos y después de una acalorada discusión la decisión se tomó casi unánime, con un voto en contra que fue el mío. Y les solté la premisa que después de darle los autos ellos no cumplirían sus palabras. Y así fue, dicho y hecho, pues, ellos continuaron con su paro gremial y así paso octubre, comenzó noviembre y nosotros quedamos a la deriva.
A mediados de noviembre nos reunimos nuevamente, esta vez nos iríamos a la sede rectoral, en Caracas, con nuestros trabajos de grado encuadernados y todo listo para defender allí mismo; todo esto formaba parte de un plan B, por si acaso no teníamos permiso para defender en Canoabo; la infaltable cadena y el acorazado candado lo llevaba el compañero franklin Moyetonez atado a la cintura y oculto por la chaqueta. Gracias a Dios la Dra. Miriam Balestrini, escuchó nuestro planteamiento y prometió hablar de inmediato con el rector. Esta vez habíamos ido a todo o nada, así que el compañero Moyetonez se preparó con la cadena oculta. No fue necesaria ninguna acción violenta, pues, ella entro a su recinto y nos dio la noticia, de que, el rector Pastrana había ordenado que teníamos derecho a defender nuestras tesis de grado. El quince de diciembre del año 1994 nosotros estábamos recibiendo nuestros títulos en el teatro Palermo de la ciudad de Bejuma. Era la primera vez que un acto de grado se hacía especialmente para los egresados de un núcleo en particular; y nosotros "Los Buenitos" lo habíamos logrado gracias a que nunca dudamos en que teníamos razón. Esta iniciativa sentó precedente para que los actos de grado se hicieran en los diferentes núcleos regionales y en especial, en Canoabo.
Para el año 1995, comencé a laborar en la empresa Industrias Lara-Carabobo, INLACA, como supervisor de Control de calidad y productos terminados. Mi jefe inmediato fue el Sr. William Blanco, Gerente de control de Calidad. INLACA fue una gran escuela, acá tuve la oportunidad de asumir la Gerencia del departamento cuando el Sr. William Blanco estaba de permiso, de vacaciones, o en cursos de mejoramiento profesional; lo negativo de esta empresa eran sus salarios que rondaban los más bajos del mercado, lo cual fue el aliciente para que muchos profesionales se marcharan a otras empresas. En el año 1998 decidí probar suerte con el grupo PARMALAT, pero la situación del país dio un giro muy importante en lo político, cambios que el sector empresarial no los considero de su interés y por lo tanto condujeron a cambios en el sector industrial trayendo como consecuencias los recortes presupuestarios y de nómina. Para octubre del año 2000, estando la situación bastante critica en el país, decidí impartir clases como docente interino en el liceo José Andrés Castillo de Montalbán en el estado Carabobo, en las asignaturas Química, Física y Matemáticas. Ocho años después ingrese, por traslado, a la ETA Carlos Sanda, ubicada en Canoabo, donde recibí la titularidad como docente de aula en la asignatura Matemáticas y Ciencias naturales.
En el año 2005 me establecí sentimentalmente con Karla Cesar y de esta unión nació nuestro hijo Carlos Daniel Malpica Cesar. Hoy en día su mama y yo no estamos juntos, pero tratamos de que las decisiones que tomemos no afecten su calidad de vida y mucho menos su capacidad de tener la libertad de construir su propia personalidad y por ende su vida. En esta nueva travesía por la vida pude notar que las nuevas generaciones nos superan más rápido de lo que podemos creer, pues, este muchachito egresó del jardín de infancia y en nombre de sus compañeros, con micrófono en mano, dio un discurso de aproximadamente minuto y medio, mostrando buena dicción y fluidez, disertación que se había memorizado con ayuda de su mama. A la edad de seis años ya estaba cosechando méritos en la escuela de beisbol menor los pumitas de Montalbán, ese año fueron subcampeones de la liga de Bejuma y representó al municipio Miranda, como refuerzo, en los estadales de beisbol menor organizados en Guacara, estado Carabobo, año 2011, allí quedaron de tercer lugar y Carlos Daniel, Carlitos, se trajo el trofeo como mejor impulsador de carrera, medalla al mérito por su destacada actuación en todos los renglones ofensivos y preselección Carabobo para los juegos nacionales. Ya pronto, va cumplir trece años. Estudia primer año en el Liceo José Andrés Castillo. A parte de ser mi hijo, es mi mejor amigo, sé que podemos discutir, estar en desacuerdo, pero siempre estaremos ahí, para comenzar continuamente una nueva jornada, un nuevo ciclo. Le gusta estudiar; en especial las matemáticas, le gusta el montañismo, acampar a cielo abierto, goza cuando va a la playa, es muy responsable y se acuesta temprano, también le gusta destrozar zapatos; es una máquina perfecta. Y me he podido dar cuenta que es más enamorado que un palomo azul.
Actualmente estoy por culminar mi maestría en educación ambiental, posgrado impartido por la Universidad Yacambú, en Barquisimeto, estado Lara. Además, después de 18 años de docencia, continuo laborando en la ETA Carlos Sanda como Coordinador de la planta procesadora de frutas y vegetales ubicada en sus predios. Esta planta de alimento tiene una capacidad de producción de 1200 kg por jornada de ocho horas de trabajo, en este momento solo está operativa el área de despulpado, porque no se cuenta con los servicios básicos para trabajar al 100 %. Esta actividad laboral la complemento con el desarrollo de mi oficio como escritor el cual comencé en el año 2008. He escrito cuentos, poesía, y una novela corta que está en revisión, la misma lleva por título " La Sayona", esta narrativa está basada en hechos reales ocurridos en mi comunidad. El poema Soy el poeta virtual, recibió la mención especial de la Web Unión hispano mundial de escritores; también he obtenido el reconocimiento de la escuela Don Viviano Vargas de Canoabito durante el encuentro con los nuevos escritores de Canoabo; y recibí de la cámara municipal de Bejuma el Botón ciudad de Bejuma en el marco de la celebración del día del educador, en el año 2013. Dios mediante, espero, en lo profesional, culminar con buen pie mis servicios como docente y además ver publicado, algún día, mis trabajos literarios.
FJ Malpica
21/04/2018